SARTRE: El existencialismo es un humanismo
El existencialismo es un humanismo, es el texto de la conferencia que Sartre pronunció en París en 1945, recién finalizada la guerra, en el clima de una Europa devastada por el horror, tratando de hacer frente a las objeciones planteadas por cristianos y comunistas: Los unos y los otros nos reprochan haber faltado a la solidaridad humana[57].
Lo que tienen en común los existencialistas, tanto los cristianos como los ateos, dirá Sartre, es el hecho de considerar que la existencia precede a la esencia, o si se prefiere, que hay que partir de la subjetividad. Esto significa, en las propias palabras de Sartre, que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define[58]. Sartre piensa que no hay una naturaleza humana que defina al hombre, sino que el hombre empieza por no ser nada y no es otra cosa que lo que él se hace[59] (este es el primer principio del existencialismo). El hombre, para Sartre es pues, ante todo, un proyecto que se vive subjetivamente[60], por lo que el hombre será ante todo lo que haya proyectado ser[61]; y, por tanto, responsable de sí mismo.
Sartre distingue dos sentidos de subjetivismo: como elección del sujeto individual e imposibilidad de sobrepasar la subjetividad humana; y un segundo sentido –el del existencialismo- en el que en la elección de cada uno de nosotros estaría implícita la elección de todos los hombres, en el sentido de estar afirmando en lo que elegimos su valor. Esto significa para Sartre, que no habría ningún acto por el cual nos creemos a nosotros mismos sin crear, al mismo tiempo, una imagen del hombre valedera para todos y para nuestra época, de modo que nuestra responsabilidad compromete a toda lahumanidad: eligiéndome elijo al hombre, es decir, me convierto en legislador. Precisamente es por esto, por lo que el existencialista suele declarar que el hombre es angustia, ya que estamos obligados a cada instante a realizar actos ejemplares[62]. Esta angustia, sin embargo no nos impide actuar, sino más bien al contrario, forma parte de la acción.
El punto de partida del existencialismo sería la frase de Dostoievski “Si Dios no existiera, todo estaría permitido”. Sin embargo, la consecuencia de esto es que el hombre se siente abandonado pues ya no es posible tener un bien a priori; estamos solos y sin excusas. Si verdaderamente la existencia precede a la esencia, entonces no hay determinismo, el hombre es libertad: Para Sartre el sujeto no es sino la afirmación de sí mismo como libertad. Esto es lo que expresa la frase el hombre está condenado a ser libre: condenado porque no se ha creado a sí mismo y libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace[63]. Es decir, hay siempre un porvenir por hacer, por lo que estamos en situación de desamparo, no habiendo una guía para nuestra acción, ya que, incluso los sentimientos se construyen con actos que se realizan. Todas estas ideas se traducen, entonces, en que no hay una moral general que indique lo que hay que hacer ni signos que nos guíen, pues, en última instancia, soy yo mismo el que elige el sentido que tienen. Este tener que elegir nuestro propio ser es lo que está implicado en el desamparo y la angustia que lo acompaña. La desesperación, por su parte, significa que nos limitamos a contar con lo que depende de nuestra voluntad y las posibilidades de nuestra acción.
Si el hombre no es nada más que su proyecto, esto quiere decir que no existe más que en la medida en que se realiza, es decir, es el conjunto de sus actos, de su vida. Es por esto que la doctrina que nos presenta Sartre es opuesta al quietismo pues sólo hay realidad en la acción. De este modo, los sueños, las esperas, las esperanzas, permiten definir a un hombre sólo negativamente: como sueño desilusionado, como espera inútil o esperanzas abortadas. Pero si se afirma “Tú no eres otra cosa que tu vida” lo que se afirma es que el hombre no es sino la obra en la que se configura el conjunto de las relaciones de las empresas en las que está comprometida su acción. Y en esta postura, lejos del pesimismo que le se otorga, no hay sino una dureza optimista, pues el existencialista afirma que no hay un temperamento que justifique nuestras acciones, sino que, antes bien, las cualidades que nos definen vienen determinadas por los actos que realizamos. La moral de esta doctrina es pues una moral de acción y de compromiso y además es una doctrina que infunde optimismo y esperanza puesto que el destino del hombre está en sus manos.
Ahora bien, Sartre explica que, en el punto de partida del existencialismo, no puede haber otra verdad que la verdad del pienso, luego existo, ya que esta es la verdad absoluta de la conciencia captándose a sí misma. Este punto de partida tiene que ver con el hecho de que los existencialistas quieren una doctrina basada en la verdad, para lo que necesitan una verdad absoluta que consistiría en captarse sin intermediario. Sin embargo, la subjetividad que se alcanza a título de verdad no es una subjetividad rigurosamente individual, pues en el cogito, además de descubrirse a sí mismo, se descubre también a los otros.. Es por esta razón por la que el yo pienso existencialista es contrario al de la filosofía de Descartes o Kant pues cuando nos captamos, nos captamos frente al otro, otro tan cierto como nosotros mismos. Es decir, el hombre que se capta de forma directa por el cogito descubre a todos los otros como condición de su existencia, dándose cuenta de que no puede ser nada salvo si los otros le reconocen como tal. Esto significa que para obtener cualquier verdad sobre mí, es necesario que pase por el otro. De este modo, el descubrimiento de mi intimidad me descubre al mismo tiempo, al otro, como una libertad colocada frente a mí. Descubrimos así el mundo de la intersubjetividad, que es el mundo donde el hombre decide lo que es y lo que son los otros.
Hay que hablar entonces, según Sartre, de condición más que de naturaleza humana, entendiendo por aquella el conjunto de límites a priori que bosquejan la situación fundamental del hombre en el universo. Si bien las situaciones históricas varían, lo que no varía es la necesidad del hombre de estar en el mundo: la necesidad de trabajar en él, de estar en él entre otros o de ser en él mortal. Es decir, estos límites tienen una cara objetiva –porque ese encuentran en todos- y una subjetiva –porque son vividos-, de modo que cualquier proyecto plantea una tentativa para franquear esos límites o para ampliarlos o para negarlos o para acomodarse a ellos. Esto quiere decir, en consecuencia, que cualquier proyecto, por más individual que sea, tiene un valor universal, en el sentido de que todo proyecto es compresible para todo hombre. La universalidad del hombre se construye perpetuamente y construimos lo universal al elegirnos, sin que esto suprima la relatividad de cada época. El hombre está siempre en una situación en la que está él mismo comprometido y no puede evitar elegir de modo que el hombre se hace al elegir su moral, de modo que el que no haya valores a priori no quiere decir que haya gratuidad en las elecciones pues el hombre queda definido en relación con un compromiso.
Asimismo elegimos frente a otros, y uno se elige a sí frente a los otros. Sartre proclama así la libertad como fundamento de todos los valores, lo que quiere decir que la última significación de los actos de los hombres de buena fe es la búsqueda de la libertad como tal. Al haber compromiso, cuando queremos la libertad descubrimos que depende enteramente de la libertad de los otros, y que la libertad de los otros depende de la nuestra. Entonces, si antes hemos definido al hombre como un hacerse en su elección y acción libres, sin excusas ni ayuda, para Sartre todo aquel que se refugia detrás de excusas –como la de sus pasiones-, o inventa un determinismo, es un hombre de mala fe, es decir, un hombre que disimula la total libertad del compromiso o declaro que existen valores antes que yo. Así pues, en nombre de esta voluntad de libertad puedo juzgar a los que se oculten tras excusas deterministas como cobardes o deshonestos.
Al igual que Kant, Sartre exige tomar mi libertad como fin al mismo tiempo que tomo la libertad de los otros también como fin; sin embargo, cree que los principios abstractos y universales no son suficientes para construir una moral y que fracasan a la hora de definir la acción. En toda decisión hay un contenido creativo, pero esta invención de los valores no significa sino que la vida no tiene sentido a priori y que corresponde a los hombres darle un sentido, siendo este sentido el valor que elegimos.
El humanismo existencialista de Sartre significa a la postre que el hombre está fuera de sí mismo y que su subjetividad es una subjetividad caracterizada por un rebasamiento de sí mismo, en el sentido de que el hombre no está encerrado en sí mismo sino presente siempre en un universo humano. Lo llama humanismo para recordar al hombre que no hay otro legislador que él mismo mostrando que no es volviendo hacia sí mismo como se realizará en cuanto humano, sino buscando siempre fuera de sí una realización o una liberación particular. Asimismo, existencialista no es sino el compromiso de una posición atea coherente.
Por lo tanto, podríamos decir finalmente, que, si bien la tradición cartesiana y neocartesiana piensa al sujeto con antelación a la relación con los otros, para Sartre, sin embargo, la experiencia que me revela como objeto –como autoconciencia- es precisamente el otro. En este sentido, el prójimo es el mediador indispensable entre yo y yo mismo, pues se me presenta como aquel que me permite tomar distancia conmigo hasta poder considerarme como objeto. Es decir, en el mundo, descubro al otro en la experiencia de sentirme mirado por él, experiencia a través de la cual yo puedo aparecer como objeto[64].
[57] Gómez, Carlos, Doce textos fundamentales de la ética del siglo XX, Alianza editorial, 2007 Madrid, pag. 135
[58] Ibid, pag 138
[59] Ibid
[60] Ibid, pag 139
[61] Ibid
[62] Ibid, pag. 141
[63] Ibid, 143
[64] Alvarez, Eduardo, Vida y dialéctica del sujeto: La controversia de la modernidad, Ed. Bibilioteca Nueva, Madrid, 2003, Cap. 11, pag 464